Blog abierto a TODO EL MUNDO. Si quieres enviar una crítica pedante vergonzosa que hayas encontrado, éstas son las instrucciones.

20 de mayo de 2012

Encriptadas de vals

Como últimamente nadie me manda nada para poner por aquí, tendré que recurrir a alguien que nunca falla: nuestro gran amigo G.Sanz. Últimamente había pensado en no poner más textos de ente onvre. Sobre todo cuando me enteré de que cobraba la muy poco estimulante suma de 20 euros por crítica. Me dio un poquito de cosa.

Pero soy un cabroncete, así que:


HIDROGENESSE: UN DÍGITO BINARIO DUDOSO. RECITAL...

Tras producir el muy revelador Vigila el fuego de Lidia Darmunt, los catalanes Carlos Ballesteros y Genís Segarra celebran el centenario del científico Alan Turning dedicándole un homenaje bien concebido, mejor documentado y extraordinariamente resuelto.

(Un primer párrafo normal... ¿se estará ablandando G.Sanz?...¡NO!)

La vida y milagros del matemático británico, profeta de la informática, padre putativo de la inteligencia artificial y héroe de guerra abocado al suicidio por su condición de homosexual en la Inglaterra de los 50, desfilan por ocho canciones que, encriptadas de vals, swing o chachachá, se extienden a lo largo y ancho del Computerwelt que Kraftwerk inventó. Sintetizadores, el piano que cuenta la historia del mundo y un solo de bocinas de Roc Jiménez (Evol) para la reconstucción de Un Mystique Determinado en un álbum, el primero de material inédito desde Animalitos (2007), autenticado de sensibilidad y verdadera emoción.

Sanz nos muestra que se documenta sin importarle lo larga que pueda ser la frase. A continuación, aplica la técnica de 'llevar la metáfora al absurdo' con un bonito 'encriptadas de vals' que me ha llegado al corazón. Lo de destacar un solo de bocinas queda muy Harpo Marx, pero mi momento favorito es el uso de 'autenticado'. Porque, qué coño: ¿para qué usar 'autentificado', que lo entiende todo el mundo, cuando puedes tirar de sinónimo mucho más oscuro?

Si es que se gana todos y cada uno de los 20 euros.

9 de mayo de 2012

El I-Wine

Llevo un tiempo queriendo escribir un post para Vicisitud y Sordidez sobre toda la poca vergüenza que es el ridículo mundo de esos que se llaman a sí mismos 'enólogos'. Porque todo queda mejor y respetable con un sufijo griego.

Sin embargo, no he sido capaz de encontrar unos buenos estudios científicos en los que basarme para dar leña con criterio, por lo que he decidido abandonarlo por ahora. Pero no puedo dejar de mostrar al mundo esta joya que compartió conmigo nuestro adorado Supersantiego. Agárrense el refajo, que el gilipollómetro no sólo dejará de funcionar, sino que se suicidará tragándose sus propias pilas:

La cosa comienza con el nombre más osea de la historia de los vinos (me niego a decir "caldos" por miedo a que mi lengua haga causa común con mis dientes para suicidarse):

De la bodega de Paco & Lola, llega el iWine, un albariño 100%, elaborado con nieve carbónica y un exclusivo diseño que recuerda a un reproductor de música. Como dicen sus creadores "es más fácil describir un vino con un tema musical de Mika, que con unas notas de cata aburridas que nadie lee"

Sin embargo, después de hablar de esas "notas que nadie lee", amplían la información. Ahora viene lo bueno:
A la vista presenta un color amarillo pajizo pálido con reflejos verdosos muy limpios y brillantes.

Aromas de muy buena intensidad y finura en nariz, fruta blanca madura (manzana, piña), bien arropado por frescas notas florales (acacia) y delicados dejos balsámicos. Un conjunto armónico que define bien el carácter de la variedad.

En boca es sabroso, carnoso, con una viva y fresca acidez, muy bien equilibrado, pleno de matices aromáticos de gran finura y elegancia con un final de boca donde sobresale una gran estructura que le da longitud y profundidad.

Lo de "en la boca es sabroso, carnoso" me parece de un porno sublime, pero lo más fascinante es mezclar eso con la manzana, la piña y las acacias, lo cual ha de dar como resultado algo que no sé a qué sabría, pero que seguro que sigue la teoría de Joey en Friends al respecto a las comidas en aquel episodio del Trifle de Rachel ("¿Cómo no me va a gustar? Natillas, bien; mermelada, bien; carne, bien").
 
Por supuesto que todas las críticas de catas son igual de atchonburike. Pero ésta une de una manera ultraterrena nombre hipster del vino con el usual comentario pretencioso, creando un texto con aromas a imbecilidad y un suave ataque al padar de toques de gilipollez (esnobismo y cuturetismo), que dejan un regusto a ganas de limpiar la base genética de la sociedad.